jueves, 2 de noviembre de 2017

El sueño del Ingeniero Químico

En una de mis primeras clases de la carrera de Ingeniería Química, un profesor escribió en la pizarra: "Mi nombre es Ingeniero Diego". Recuerdo claramente que alguien en la clase preguntó si de hecho, el nombre del profesor fuese Ingeniero, y el apellido Diego. Supongo que los que estudiamos Ingeniería Química no somos tan inteligentes como la gente piensa. 

Mi nombre es Ingeniero Bruno

Estudié Ingeniería Química en la ESPOL, una universidad técnica en Ecuador, donde aún no está claro qué es más difícil: aprobar el examen de admisión o llegar a graduarse. Lo único que está claro es que todos los padres del Ecuador quieren que su hijo estudie en la ESPOL. Yo no fui la excepción, ¿pero por qué química? La verdad yo quería resolver el problema del calentamiento global. Debo admitir que me frustré un poco en el camino, pero esa es otra historia. Mientras tanto conocí un montón de amigos locos con pasiones similares a las mías. Mis papás siempre me decían que recordaría el colegio como la mejor etapa de mi vida, pero para mí, la mejor etapa de mi vida la he vivido en la universidad.

El loco nórdico

Ecuador es un país que por circunstancias históricas se encuentra en desventajas frente al resto del mundo en varios aspectos. Uno de ellos es la investigación y el desarrollo tecnológico. En mi universidad, que es la mejor del país, no es posible realizar un PhD. Quien quiere realizar un PhD obligadamente debe hacerlo en el exterior, lo que no es tan fácil por motivos económicos y familiares. Por este motivo, hay pocos PhDs en el país y se realiza poca investigación. 

Con la intención de mejorar la calidad y cantidad de investigación en Ecuador, el gobierno de "ya saben quién" comenzó a ofrecer una gran cantidad de becas a quienes quisiesen realizar estudios de posgrado en el exterior. Sólo había que aprender inglés y sacar la visa. Entre todos los países donde alguien podría hacer una maestría, definitivamente escogí uno de los más fríos, Dinamarca, pero tenía curiousidad por la cultura escandinava. Alguna vez leí que al viajar en avión nos exponemos a radiación peligrosa. Si eso fuese cierto, entonces la radiación a la que fui expuesto en el viaje intercontinental definitivamente habría sido lo que me volvió loco.

Atomium

Después de recibir becas, un número considerable de ingenieros químicos de my universidad en Ecuador terminó haciendo sus estudios de posgrado en Bélgica. A pesar de que las aerolíneas de bajo costo ofrecen precios muy convenientes entre Copenhagen y Bruselas, y mis amigos estaban ahí, sólo me decidí a visitarlos luego de haber compartido despacho con un estudiante de intercambio de Gent. Los belgas inventaron el saxofón, y por supuesto, está la cerveza belga. Pero probablemente lo que más me llamó la atención fue la idea simbólica detrás del monumento "Atomium".




El monumento fue presentado en la primera feria Expo que se llevó a cabo luego de la segunda guerra mundial. Según lo que entiendo, en aquellos tiempos la tecnología nuclear se veía prometedora, pero la gente pensaba en ella sólo como un arma. Creo que esta sensación de desconfianza se puede comparar a otras áreas científicas, como la biotecnología. pero a pesar de los riesgos y controversias, debemos recordar que la ciencia también puede traer progreso y proveer de una mejor vida a la humanidad. Esta es la idea detrás del "Atomium" y ese es el motivo por el que lo visité. No podría haber sido más afortunado cuando lo hice porque algunos de mis amigos ingenieros químicos con los que comparto la pasión por la investigación también estuvieron ahí. A ellos, y a todos los otros que se esparcieron por el mundo para seguir sus sueños locos, les dedico este blog.